La meditación abrió una puerta a la conciencia, la sanación y un profundo crecimiento personal. A través de la meditación, cultivé un mayor sentido de la conciencia amorosa y una conexión más fuerte con quién era y cuál es mi propósito en esta vida. Me permitió procesar y liberar la carga emocional del pasado, creando espacio para nuevas experiencias y manifestaciones positivas. Este viaje no se limitó a la sanación personal, sino que se convirtió en una búsqueda para comprender el increíble potencial de la mente y cómo aprovecharlo eficazmente.
El 6º Festival Internacional de Cine Big Syn proyecta una deslumbrante selección de casi 150 películas, seleccionadas entre cientos de largometrajes, cortometrajes, documentales, animaciones, microcortos y películas benéficas procedentes de más de 120 países. Entre las películas que se proyectan en el festival destaca SOURCE, una alucinante película sobre la ciencia que hay detrás de la meditación. Dirigida y escrita por Melissa Tittl, de los estudios Hathor, esta película sigue el trabajo del profesor e investigador internacional Dr. Joe Dispenza y un grupo de científicos de UCSD e Innerscience para revelar la verdad sobre la meditación y nuestros cuerpos.
Alex es estudiante de doctorado en los departamentos de ciencia cognitiva y anestesiología de la UCSD. Se licenció con honores en la Universidad de Columbia y actualmente investiga la neurofisiología del dolor, la meditación y las experiencias místicas. Alex es también antropólogo cultural y ha realizado trabajos de campo sobre tradiciones chamánicas, new age y otras tradiciones espirituales en todo el mundo. Es originario de Ciudad de México y disfruta surfeando en su tiempo libre.
El Dr. Joe se asoció con la Dra. Peta Stapleton de la Universidad Bond de Australia para estudiar los efectos de la meditación en 900 niños de primaria durante un periodo de 10 semanas. Se trata del mayor estudio sobre niños y meditación jamás realizado.
Mi camino hacia la meditación nació de la necesidad y la curiosidad. Como emprendedora en el vertiginoso mundo de la ciberseguridad y madre de dos hijos, me encontraba constantemente corriendo de un reto a otro, siempre en estado de alerta máxima, al igual que los sistemas que protegíamos. Fue entonces cuando me di cuenta de que vivía en lo que ahora llamo una "habitación del pánico", un estado de estrés y reactividad constantes.